Saturday, 22 December 2007

Acteal

Recuerdo cuando visité Acteal en 1999. Fue de casualidad, un sacerdote jesuita me dio un aventón para acercarme al pueblo al que me dirigía dentro de la sierra. Me dijo “Antes vamos a pasar por Acteal, hay una reunión, sirve que te das una idea de que es lo que está ocurriendo acá”. Antes pasamos un pueblo “independiente”, luego más de lo mismo, entre belleza y escándalo, la belleza de la naturaleza y el escándalo de la pobreza. Estar en Acteal fue cerrar los ojos, respirar cenizas y toser un quejido; fue vivir soledad, hacer promesas ufanas y pararse en tierra ajena; me deje sorprender por las tumbas, y me tope con el dios confundido de los indígenas mexicanos. Conocí una cicatriz a lo largo de la cara de una niña, extrañe miembros, sonrisas, hasta el futuro. Hace tres semanas ni me acordaba de Acteal, creo que soy un mexicano representativo de todos los mexicanos en ese aspecto, tenemos memoria de muy corto plazo o nos hacemos pendejos todo el tiempo ¿será a conveniencia propia? Se cumplió otro rato más de la matanza de Acteal, desde entonces que hacía tiempo que no oía de la justicia, desde entonces que no oigo de ella.

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