Wednesday 13 June 2012

El germen de la opinión hueca

Reflexionando sobre las reacciones y pasiones que las campañas han generado en la gente, y que se asemejan a las pasiones que desata por ejemplo el fútbol, me parece que los partidos y sus candidatos han hecho un excelente trabajo. Se han mostrado como unos maestros del teje y maneje de la opinión pública, de la conciencia social, de los objetivos de la nación, de nuestra conveniencia.

En ese sentido, me parece que la presente campaña presidencial en México es una muestra fehaciente del deterioro en que se encuentra el país, de lo polarizados que están los ciudadanos, de la magnitud de la desinformación y mal información que priva a la gran mayoría de una fuente objetiva, imparcial, neutra.

En los medios, los periodistas, los líderes de opinión, los expertos, los intelectuales; es relativamente sencillo distinguir inclinaciones a favor de alguno de los candidatos, alguno de los partidos políticos, grupos empresariales y,faltaba más, a favor de sí mismos. Es cierto que el espectro es amplio, y que hay unos cuantos casos contados que muestran respeto por su persona y por su público, pero son realmente escas@s aquell@s a quienes podemos reconocerles una ética nada o poco maltratada.

Inmersos en tal situación ¿qué nos queda hacer? Alguien podría sugerir optar por dejar de atender los distintos discursos que circulan como virus por los diferentes medios. Me parece una opción ociosa y desdeñada. Por otro lado, existe la posibilidad de consultar varias fuentes, leer en las redes sociales a personas de diferentes inclinaciones institucionales (empresariales, políticas, religiosas, profesionales, etcétera); procurar la variedad al consultar los medios, tratar de seguir a líderes de opinión de distinto tinte, y buscar seguir acontecimientos de distinto tipo. Sin duda, éste es un ejercicio cansado, tedioso, hasta irritante, pero no se puede negar que también resulta enriquecedor, entretenido, interesante, (des)motivador.

Convertirlo en una rutina lleva a aprender y desaprender rápido; apenas se informa uno por una fuente y ya se empieza a desinformar y/o mal informar por medio de otra, y esto de forma circular. Parece uno tener múltiples personalidades al ir de una opinión a otra, tratandose de formar un juicio, una forma de pensar, una opinión “educada”. Considero que la mayoría de los ciudadanos pasa por esto día a día, en gran parte gracias al amplio acceso que tenemos hoy en día a diversas fuentes de información, y que decisiones importantes son tomadas con base en las opiniones que se vierten en los medios, ya sea al formarse una opinión partiendo de su lectura, atendiendo las recomendaciones de “expertos” enterados por medio de los mismos medios, o por medio de una consulta remunerada directa a los líderes de opinión.
Está forma de “enterarse”, formarse criterios y tomar decisiones puede resultar en una dinámica peligrosa. ¿Qué sucede si las fuentes de información y opinión ofrecen información sesgada, incompleta, falseada, incorrecta? El resultado es fatídico, quien asimila la información acaba desinformado, mal informado, sesgado (tal vez a conveniencia), lleno de conclusiones respuestas falsas y juicios incorrectos.

En este orden, algo que es de preocupar es que si nos leemos a nosotros mismos, los ciudadanos estamos muy por las mismas. Desde la superficie y adentrándose un poquito, aparenta que todos tienen la razón y/o todos están equivocados. Abundan las expresiones formadas por impulsos y son pocas las opiniones razonadas, fundamentadas, informadas. Las citas y referencias a supuestos expertos, intelectuales, líderes, y demás entes ungidos surgen como salpullido y son evaluadas utilizando el pedigrí del autor o autora como punto principal de referencia y veracidad.

Muy probablemente esto es fruto de vivir en una democracia incipiente, de constituir una ciudadanía con acceso a demasiada información y falta de pensamiento crítico, de ser un pueblo adolescente con muchas emociones y escasa razón dictando nuestra opinión, nuestras decisiones y nuestras acciones; lo que al final de cuentas define el rumbo que tomamos. Sin embargo, esto no constituye en ninguna forma una excusa válida; no hay razón para pensar que no podamos ser una democracia incipiente, sí, pero adulta, crítica, exigente, educada, enterada, responsable.

Tal vez convendría ponderar más nuestro criterio, participar como analistas de la información y de los sucesos, creer en nuestra opinión “inexperta” y darle el estatus de fuente de la veracidad y conocimiento. Así se ejercería presión a aquellas personas e instituciones que se compran, se cotizan, se publicitan, se posicionan como líderes de opinión. Más aún, así mandaríamos la señal de que la ciudadanía hemos levantado la vara, y que si quieren permanecer en sus posiciones necesitan actuar acorde, mejorando la calidad de sus argumentaciones, proporcionando información que permita evaluar lo que afirman, revelando sus afiliaciones y posibles conflictos de interés, sometiéndose al juicio de la audiencia, abrazando códigos de ética; en fin, deben realizar un ejercicio responsable en cada una de sus opiniones.

No es tarea fácil, por eso no cualquiera se decide a realizar tal labor. En ese estado de las cosas, la falta de exigencia de la ciudadanía crea las oportunidades para que germinen personajes con opiniones de dudosa procedencia, ínfima calidad y se genere un constructo social dañino y una especie de demencia y torpeza colectiva. Es nuestra responsabilidad lograr que esto ya no suceda.




No comments: